UNIDAD III: Los medios audiovisuales en la educación de la sensibilidad y formación en valores.

The secret life of bees (La vida secreta de las abejas)

      En esta Unidad me remitiré a exponer lo que siempre enseño a mis alumnos: la mirada educativa de los medios audiovisuales.  Por lo tanto, para mis alumnos antiguos no será novedad sino recordatorio y para quienes por primera vez se inscriben conmigo se darán cuenta que se trata de algunos conocimientos muy básicos.

       “El cine encierra en sí mismo un enorme potencial formativo si lo utilizamos con un método            pedagógico adecuado. Se convierte así en un inestimable recurso para ensanchar las bases de la      formación humanística de niños y jóvenes, y orientarles en temas como el materialismo desenfrenado, la violencia, la promiscuidad sexual y el consumo de alcohol y drogas. Si les ayudamos a captar la honda vida humana que encierran las historias que ven en la pantalla, aprenden a interpretar la vida. (…)  Una larga experiencia me ha llevado a la conclusión de que, en la actualidad, lo que procede no es tanto «enseñar» valores a niños y jóvenes cuanto «ayudarles a descubrirlos». De esta forma, ven a salvo su libertad de búsqueda y su capacidad de iniciativa, y se persuaden interiormente de la importancia de los grandes valores para su vida. Lograr esa forma de persuasión interior es ineludible pues lo decisivo en la formación no es tanto conseguir que los alumnos aprendan determinados contenidos cuanto que fragüen convicciones profundas acerca de las cuestiones básicas de la existencia. Es distinto saber y estar convencido. Uno se convence de algo cuando lo ve con esa penetrante mirada interior de la que nos han hablado los grandes maestros de la vida intelectual y espiritual, desde Plotino y san Agustín hasta Thomas Merton y Romano Guardini, dos pedagogos de alto estilo. «Nuestra época va comprendiendo claramente -escribe Guardini- que "formar" es algo distinto de "enseñar", algo  distinto de la adquisición de la ciencia y la ordenación del saber […] No se trata de exponer normas ya listas -agrega-, sino de ayudar a buscarlas y descubrirlas», de forma que quien las conozca se encuentre interiormente comprometido con ellas y, cuando las exponga, «hable de una verdad que le afecta»”  (Alfonso López Quintás en el Prólogo del libro de Mª Ángeles Almacellas. “Educar con el cine. 22         películas” Ed. Internacionales Universitarias. Madrid,. 17)

         A través del cine se adquiere una sensibilidad especial; en este sentido, podemos hablar de una sensibilidad cinematográfica, de una cultura cinematográfica y, por lo mismo, de una educación para el cine.

          Educar para el cine implica aprender a ver cine: aprender su lenguaje, pero, principal y primeramente, aprender a ser espectador del mismo. El gran cine requiere de un gran espectador que haya aprendido el arte de contemplar (pedagogía de la admiración), de interpretar una obra que juega con tiempos y espacio, con escenografías donde nada es casual, con personajes, diálogos, sonidos y silencios, colores, movimiento, dramatización…  El cine es arte que, como tal, nos exige sensibilidad y creatividad para entrar en diálogo con el mundo que sus autores nos ofrecen. A través del visionado de filmes, documentales, fotografía, música, canciones, en fin, de obras de arte, podemos ir afinando nuestra mirada dialógica, valórica; nuestra sensibilidad estética y afectiva, moral…. Aprehendiendo y disfrutando de situaciones ficticias de gran poder expresivo, que resguardan la intimidad, podemos discutir temas que pueden afectar a muchos; sin temor a hacerlos públicos. ¿No es lo mismo que exige un mundo que quiere ser respetado, valorado, reconocido en su nobleza? Cuánto daño hace el profesor que delante de todos dice al niño o joven: “Los alcohólicos como tú…” “Los ladrones como tú…”  Enseñar a través del cine, la foto, el cuento… nos permite resguardar la intimidad, el pudor nuestro y de nuestros educandos, al mismo tiempo que hablar de los temas que más tallan nuestras almas.


  1. “Existe una sensibilidad inicial para el cine, que se puede ir trans-formando en una cultura, en un hábito cinematográfico, en un saber que, a su vez revierte de nuevo en una mayor sensibilidad para el cine, y, en definitiva, para las cosas que el cine nos cuenta. He ahí el carácter educativo del arte cinematográfico”. (Carmen Urpi “La virtualidad educativa del cine” Ed EUNSA, Pamplona, 2000. Pág.137).

               El lenguaje del cine es poesía de tiempos, espacios, sonidos y silencios, palabras, movimiento. Para un conocimiento básico del lenguaje del cine, remito a un mayor y valioso material educativo que pueden encontrar en el sitio Web de Enrique Martínez-Salanova Sánchez:                                                                   http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/lenguajecine.htm

 
 Juego de tiempos y espacios
Música en el cine
                                                                Canciones en el cine
               Pues bien, el cine con su lenguaje mágico nos permite vivenciar mundos que de otra forma nos serían desconocidos o lejanos.  Se trata de una vivencia que, como espectadores, nos involucra por entero:  intelectualmente, el filme nos lleva a imaginarnos lo que acontecerá, debemos deducir, completar los vacíos de tiempos y espacios, hacer analogías con situaciones reales; criticar  tanto a personajes de ficción como a actores y director de cine, guionista… Nos planteamos valórica y afectivamente ante los personajes y desarrollo de la trama; nos emocionamos y al mismo tiempo criticamos. 

               La película nos entrega una mirada crítica de un aspecto del mundo: la mirada del director de cine… Una mirada que se presta para la conversación, la discusión posterior; pues podemos estar o no de acuerdo con esa mirada.  De ahí la  importancia de la técnica del cine foro como forma de analizar un filme, estética, moral, religiosa, tecnológica y científicamente.  Respecto esto último, hoy se hace uso del filme en carreras como medicina, psiquiatría, psicología, historia, filosofía, arte y educación en general. 

      El lenguaje del cine es complejo, juega con  tiempos y espacios; a través de planos, movimientos de cámara, computación, sonido, vestuario, escenografía, dramatización….  No cabe duda que implica una mente alerta; experimentada en cine, pues el ver otra vez películas va dando una especie de agilidad de observación e interpretación de muchos elementos simultáneos.  Por ello, una gran película es una obra de arte que podremos ver miles de veces; pues siempre sentiremos el mismo goce estético pero cada vez iremos descubriendo más de su mensaje.  En una película tenemos que distinguir su dimensión técnica, por la cual podemos criticar si los efectos especiales estaban bien logrados; si el sonido, los planos, color, movimientos de cámaras eran los adecuados.  Pero no es este aspecto técnico suficiente para evaluarla como excelente o no; pues la tecnología es un medio que, en cuanto tal, debe ser evaluado respecto si cumple o no con su misión y función: dar espacio a la creatividad de una obra de arte bella que, además, exige la entrega de un sentido o mensaje.

               Al respecto, es importante la distinción entre lo cinematográfico y lo fílmico; donde lo primero hace referencia a lo técnico y lo fílmico a lo estético y a su mensaje.  En la complementariedad de ambas dimensiones, se basa la belleza del cine, su carácter mágico y educativo. A través de la tecnología, de la imagen cinematográfica,  el cine consigue un  efecto de registro de realidad; por medio de lo fílmico el cine logra en el espectador una impresión estética y de realidad creíble, verosímil (no veraz pues el espectador está consciente de que se trata de una ficción y no de algo real).  Es esta verosimilitud la que desencadena la participación afectiva  del espectador.  Para que el filme sea verosímil no se requiere que lo que se cuente sea posible; pues aunque se trate de algo absolutamente fantástico, sólo se requiere que sea creíble; lo que se logra respetando la lógica interna de la irrealidad, de la ficción que crea una impresión de realidad mágica que el espectador acepta.  Por ello, las películas fantásticas igualmente efectivas para transmitir valores; pues requieren de la imaginación creativa que enlaza fácilmente con los afectos y valores. 

0 comentarios:

Publicar un comentario