Educar la sensibilidad implica enseñar a valorar… Valorar diversas situaciones que van construyendo la historia de nuestras existencias; una historia que vamos elaborando segundo a segundo; ininterrumpidamente… Porque esto es lo único real: La historia de nuestra vida que se va conformando de acuerdo con las decisiones que tomamos frente a las también ininterrumpidas situaciones que debemos enfrentar: Los demás deciden y esa decisiones nos afectan; seamos conscientes de ello o no; nuestras decisiones también afectan a los demás… A veces, las consecuencias son inmediatas, directas; otras, no… se suceden en una inacabada cadena de situaciones La escritora Marguerite Duras, lo expresa muy bien en su novela autobiográfica “El amante”, escrita cuando tenía setenta años:
“Ahora comprendo que muy joven, a los dieciocho años, a los quince años, tenía ese rostro premonitorio del que se me puso luego con el alcohol, a la mitad de mi vida. (…) Quince años y medio. La travesía del río. (…) Debió de ser en el transcurso de ese viaje cuando la imagen se destacó y alcanzó su punto álgido. Pudo haber existido, pudo haberse hecho una fotografía (…) Pero no existe. El objeto era demasiado insignificante para provocarla. ¿Quién hubiera podido pensar en eso? Sólo hubiera podido hacerse si se hubiera podido presentir la importancia de ese suceso en mi vida, esa travesía del río” (M. Duras, “El amante”. Ed TusQuets, Barcelona, 1991, Pág. 15-16). Así es, no hay una foto de ese momento de la vida de Marguerite que marcó la historia de su vida, un día aparentemente como cualquier otro que creemos no volveremos a recordar pues aparece rutinario. Pero esta vez apareció una limusina y en ella aquel elegante chino que la mira para luego entablar una conversación… Marguerite tiene quince años y medio; él veintisiete… Ella decide responderle; luego aceptará la lleve a casa… A partir de entonces, vendrán otros encuentros y muy pronto la decisión de estar repetidas veces junto a él, en ese departamento donde ella decide no lo amará sino será el medio de llevar el sustento monetario que necesita su madre para mantener a su pequeño hermano y al otro, al irresponsable, al que los hiere… Él le dirá constantemente que la ama; pero ella es muy niña para saber lo que es amar y pesan las palabras de su madre sobre ella: lo mejor que puede hacer como mujer es lograr un hombre con dinero… Año y medio después, el chino de Cholen insistirá que la ama y que ella debe decidir: Por razones de tradición, él debe casarse con quien su padre ha decidido debe hacerlo, desde que era niño; él está dispuesto a renunciar a todo por ella… Marguerite insistirá en que no le ama; le dice que se case y que a ella le dé dinero para regresar a Francia, en barco, junto a su madre y hermanos… El día de la partida la limusina estaba allí, ella en la borda, como la primera vez en el transbordador. Ya entrada la noche, en el gran salón del puente principal, se dejó oír un vals de Chopin… Entonces se produjo un salto en la vida de Marguerite “Y la joven se levantó como para ir a su vez a matarse, a arrojarse a su vez al mar y después lloró porque pensó en el hombre de Cholen y no estaba segura, de repente, de no haberle amado con un amor que le hubiera pasado inadvertido por haberse perdido en la historia como el agua en la arena y que lo reconocía sólo ahora, en este instante de la música lanzada a través del mar” Y Marguerite envejeció porque descubrió muy tarde quién era ella y quién era él y su amor… Un día, en París, luego de cuarenta años, después de la guerra, bodas y divorcios, hijos y libros, la escritora recibió una llamada telefónica: “Ella le reconoció por la voz. El dijo: sólo quería oír tu voz. Ella dijo: soy yo, buenos días. (…) Y después ya no supo qué decirle. Y después se lo dijo. Le dijo que era como antes, que todavía la amaba, que nunca podría dejar de amarla, que la amaría hasta la muerte” (Ibíd. Pág. 146)
Ver en https://youtu.be/-yBwwc6UDxg
Nadie sabe con anticipación, cuál será el momento de las decisiones más importantes… Lo sabremos luego, por las consecuencias… las decisiones tomadas por Marguerite Duras, entre los 15 años y medio y los dieciocho años, marcaron toda su vida y la de aquel hombre; las decisiones de su madre la marcaron desde niña a ella… Marguerite se fue revistiendo de una coraza para no amar… peor aún; para no amarse. La forma de defenderse fue hacerse insensible, indiferente a su propio ser y al de otros. ¿Consecuencias? Sufrió e hizo sufrir.
Uno de los factores que influyen en la mala toma de decisiones, es el no apreciar, el no saber valorar las situaciones posibles o actuales ante las cuales nos encontramos. Una especie de ceguera afecta al ser humano que lo lleva a arrasar con todo lo valioso, incluso consigo mismo; una insensibilidad para apreciar la belleza, la bondad, la lealtad, lo sagrado o digno…
En esta Unidad, propondré algunos principios y virtudes vinculadas a ellos, que debiéramos tener presentes, si nos proponemos educar la sensibilidad para formar en valores.
- Distinguir juicios de valor (axiológicos), juicios afectivos, juicios sobre sensaciones, juicios respecto ideas, juicios de fe o creencias.
- . Distinguir entre las realidades - objeto o útiles y realidades - transobjetivas o dignidades.
- . Distinguir entre cuerpo y corporalidad.
- Despertar sentimientos nobles y educar las sensaciones para actuar noblemente.
- . Aprender el asombro y la admiración
- Aprender a recordar, imaginar e idear fantasías
- Restablecer el vivir por un ideal y la felicidad
- Distinguir entre hecho y acontecimiento; significado y sentido; producto y creación.
- Debemos enseñar a usar el lenguaje en toda su fecundidad
1. Distinguir entre juicios de valor (axiológicos) y juicios afectivos,
sobre sensaciones, ideas y creencias.
C.S. Lewis, autor de las Crónicas de Narnia, muy molesto reclama sobre los riesgos de confundir lo que es emitir un juicio sobre una teoría o ideas con juicios valóricos y afectivos:
“Dudo que prestemos suficiente atención a la importancia que tienen los textos escolares básicos. Tal es el motivo que me ha llevado a elegir como punto de partida de estas conferencias un pequeño libro de lenguaje destinado a "niños y niñas que cursan sus últimos años de escuela" (…) No quiero poner en ridículo a dos modestos profesores que hacían lo mejor que podían; pero tampoco puedo guardar silencio ante lo que creo la verdadera tendencia de su obra. Por lo tanto, he decidido ocultar sus nombres. Llamaré Gayo y Tito a estos dos señores, y a su obra, El libro verde. Pero les aseguro que este libro existe y que lo tengo en mi biblioteca.
En el segundo capítulo, Gayo y Tito citan la conocida historia de Coleridge en la cascada. Recordemos que había dos turistas presentes: uno la llamó "sublime" y el otro, "linda"; y que Coleridge mentalmente aprobó el primer juicio y rechazó con disgusto el segundo. Gayo y Tito opinan lo siguiente: "Cuando el hombre dijo Esto es sublime, parecía referirse a la cascada... En realidad... no estaba hablando de la cascada, sino de sus propios sentimientos. En efecto, lo que estaba diciendo en realidad era Tengo ciertos sentimientos, asociados en mi mente a la palabra 'sublime'... o más brevemente: Tengo sentimientos sublimes.”
He aquí varios temas bastante profundos, tratados un poco a la ligera. Pero los autores aún no han terminado. Añaden: "Esta confusión está siempre presente en el lenguaje, en el uso habitual que hacemos de él. Parecemos estar diciendo algo muy importante sobre una cosa y, en realidad, sólo decimos algo sobre nuestros propios sentimientos". (“C.S. Lewis “La abolición del hombre”. Ed. Andrés bello, España, 200, pág. 11-12)
Muy molesto, Lewis aclara que la expresión de uno de los turistas “es sublime” surge ante la admiración por la magnificencia, grandeza, perfección de la cascada, del paisaje. Se trata de un goce estético, es decir un goce ante la belleza que, en este caso, hace referencia a la perfección de la naturaleza. Es símil a cuando ante la visión del filme “Anjos do sol”, en el cual vemos como una mujer se enriquece con la compra y venta de niños para su comercialización sexual, exclamamos: “Es depreciable”. Lo despreciable es la acción de esa mujer. Al decir despreciable, estamos valorando una acción como perversa, no digna de ser apreciada, pues atenta contra todo valor. No es una expresión que aluda a que nuestros sentimientos son despreciables.
"Hay formas distintas de belleza. Entre ellas destaca lo sublime, lo que nos asombra por su grandeza y valor, y nos invita a elevarnos a su altura. Esta elevación sólo podemos llevarla a cabo si somos sensibles y receptivos. (...) Cuando se piensa en lo pobres, se lamenta automáticamente su carencia de alimento, vestido y hogar. Pero se alude menos a la sordidez del ambiente y a la fealdad del entorno. Parece olvidarse que la belleza va de la par con la verdad y la bondad. Son tres lo ejes de la vida humana normal" (Alfonso López Quintás en "El Libro de los valores" que escribiera junto a Gustavo Villapalos. Planeta 1998. España, p. 351 y 353). Por su parte, Anthony de Mello en su relato "Un minuto para el absurdo" nos cuenta:
"El maestro le dijo a un asistente social: - Me temo que estás haciendo más mal que bien.
- ¿Por qué?
- Porque únicamente subrayas uno de los imperativos de la justicia.
- ¿A saber...?
- Que los pobres tienen derecho al pan.
- ¿Y cuál es el otro?
- Que los pobres tienen derecho a la belleza. (Sal Terrae, Santander 1993, p.134)
Así la educación estética (de la belleza) es parte de la formación de la persona como tal, de toda persona y todo acto personal. Es la formación del hombre como contemplador. Enseñar a vivir la vida y cada uno de sus actos en forma bella, para ser mejores personas, es nuestro reto. Es la belleza del ser la que tiene manifestaciones o proyecciones sensibles para las cuales hay que educar la sensibilidad. La educación de la sensibilidad o estética – de la belleza- impulsa la ascensión del hombre desde lo visible a lo invisible.
Es respetable, justo, correcto, perverso, injusto, prudente, miserable, respetable, importante, despreciable, digno, indigno, honesto, etc., son afirmaciones que tienen que ver con valores éticos (vinculados al bien o mal actuar moral). Es bello, es feo; no es armonioso; tiene que ver con valores estéticos. Es verdadero, es falso, es ambiguo; dice relación con valores del intelecto.
Afirmaciones respecto sentimientos son: Lo amo, tengo cariño, afecto, ternura, odio, antipatía, alegría, tristeza, temor, angustia, pena… etc.
Juicios sobre sensaciones: me agrada este sabor, es lindo este color, tengo hambre, estoy mareado, tengo frío, siento placer… etc.
Juicios sobre ideas son: La ley de gravedad consiste en… El átomo de uranio… las palabras esdrújulas son…
Juicios sobre creencias: Dios existe, Dios no existe, existe la reencarnación, con la muerte termina la existencia, después de la vida vamos a otra dimensión…. etc.
Respecto a los profesores que Lewis critica, además, ellos emiten otro juicio de valor cuando dicen: “Parecemos estar diciendo algo muy importante sobre una cosa y, en realidad, sólo decimos algo sobre nuestros propios sentimientos “. Hacen una valoración de los sentimientos como algo poco importante, esto es, no valioso.
http://www.psp.mineduc.cl/Documentos/200706141620070.ManualdetrabajoVideoPSP.pdf
http://www.psp.mineduc.cl/Documentos/200706141620070.ManualdetrabajoVideoPSP.pdf
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