Debemos
enseñar a distinguir entre lo que somos, expresamos y mostramos. Esta distinción
permitirá que distingamos entre cuerpo y corporalidad. Esencialmente personas,
personalizamos (espiritualizamos) nuestro cuerpo; otorgándole características
que no son propias de un mero cuerpo.
Los cuerpos se muestran a los sentidos; son mostrables. Vamos viéndolos por parte… Nunca los vemos
por completo. Podemos abrir un cuerpo e ir viendo su interior: Tienen
exteriores e interiores.
Nosotros, en cambio, no somos mostrables. Siempre digo a mis alumnos: Si preguntan por
mí, digan que nunca me han visto… No somos visibles a los ojos. No son visibles
nuestros sentimientos, ideas ni creencias.
No somos mostrables sino expresables.
El amante trata expresar a través de su mirada o una caricia: Yo te amo.
Y el pianista trata de expresar a través del movimiento de sus manos sobre las
cuerdas del piano, el dolor o la ternura.
El soldado con el paso de marcha trata de expresar su poder y el
bailarín de ballet su pasión.
Qué importante es aprender a expresarse y aprender a
interpretar la expresión de los demás; no sólo a través de sus palabras sino de
sus gestos, movimientos y silencios.
Ahora bien, es cierto que podemos mostrar nuestro
cuerpo –y es lo que hacemos ante el médico- pero, por muy importante que éste
sea, no es lo que somos: puedo mostrar mis ojos pero no es el ojo en cuanto tal
lo que nos interesa sino poder ver a través de ellos el rostro de los seres
amados, un paisaje, una obra de arte y expresar a través de ellos el amor, la
pena o incertidumbre…. Este cuerpo, en
cuanto me permite hacerme presente ante los demás, adquiere características que
no son propias de lo orgánico sino de nuestra esencia personal. Cuán necesario
es educar la sensibilidad para devolver la importancia al cuerpo personal, a la
corporalidad, perdida hoy por la invasión de un hombre o mujer que insisten en
reducirse y ser valorados como cuerpos.
Debemos aprender a expresar, corporalmente, la
dignidad de nuestro ser, nuestros sentimientos y emociones, estado de ánimo,
vocación, creencias, sociabilidad, respeto a los demás, creatividad, intimidad,
sensibilidad. Desafortunadamente, hoy no
se distinguen estos niveles y la joven confunde el juego de la seducción o
coqueteo con el mostrar su cuerpo.
Precisamente, la pornografía consiste en deshumanizar la persona,
reduciéndola a cuerpo; de tal modo la mirada del otro no vea a la persona sino
sólo se sitúe ante un cuerpo que se muestra genitalmente. Sólo la educación de la sensibilidad puede
captar la corporalidad y trascender la mirada del cuerpo y darse cuenta que más
o menos silicona no tiene sentido en lo que es el valor de ser persona y ser
una bella persona, que merece todo el respeto y amor.
El amante recibe al amado a través de la caricia; pues a través de los cuerpos y más allá de ellos, los amantes se encuentran. Nadie más bello, porque eres único: mi hijo-a; mi esposo-a, mi viejo-a… La pregunta es ¿cómo enseñar a descubrir y valorar lo invisible tras lo visible; cono enseñar la presencia tras la apariencia? Somos personas y tenemos que aprender a hacernos presentes como tales. Personas que tenemos una corporalidad que nos presenta, representa y realiza: Amamos, abrazamos, cantamos, conversamos, danzamos, paseamos, cosechamos la tierra o golpeamos, destruimos, violamos, asesinamos. Nuestras manos salvan, nutren, cultivan o destrozan… Lo importante es nutrir nuestra alma a través de lo que escuchamos, decimos, hacemos, gustamos.
Little Miss Sunshine
http://www.youtube.com/watch?v=IzVVFN25uCo&feature=related
El amante recibe al amado a través de la caricia; pues a través de los cuerpos y más allá de ellos, los amantes se encuentran. Nadie más bello, porque eres único: mi hijo-a; mi esposo-a, mi viejo-a… La pregunta es ¿cómo enseñar a descubrir y valorar lo invisible tras lo visible; cono enseñar la presencia tras la apariencia? Somos personas y tenemos que aprender a hacernos presentes como tales. Personas que tenemos una corporalidad que nos presenta, representa y realiza: Amamos, abrazamos, cantamos, conversamos, danzamos, paseamos, cosechamos la tierra o golpeamos, destruimos, violamos, asesinamos. Nuestras manos salvan, nutren, cultivan o destrozan… Lo importante es nutrir nuestra alma a través de lo que escuchamos, decimos, hacemos, gustamos.
• El pudor es una virtud relacionada con
la templanza, cuyo olvido trae vacíos importantes: El pudor es propio de toda
persona pues expresa que somos seres que poseemos intimidad, vida privada y no
sólo vida pública como los animales. Quien no es pudoroso presenta una
indefensión y desvalorización de su intimidad.
Así, en la medida que el ser humano vive una existencia
despersonalizada, masa, consecuentemente, pierde su sentido de intimidad y
pudor. Cuenta de ello son los programas
televisivos en que las personas son pagadas para mostrar su vida privada y las
revistas con las vidas privadas de los “personajes públicos” abundan.
Nada
en el cuerpo es malo pero éste, en cuanto corporalidad, expresa también la
intimidad y exclusividad del amor de pareja; por ello la pareja se acaricia
hasta llegar al abrazo sexual más íntimo en la intimidad, a solas: por ello
existe el desnudo erótico como parte de esa intimidad exclusiva, privada. En los países que se puso de moda el exhibirse desnudos en lugares públicos,
prontamente aumentaron las consultas médicas
por falta de motivación sexual: Se había perdido parte importante del juego
erótico, de la seducción y del coqueteo que exigen para ser tales del pudor,
del no mostrar todo, ante todos y cotidianamente. Perdido el pudor se había
perdido el juego de la complicidad entre dos amantes que se sienten atraídos
por una aventura privada de entrega y ocultamiento, pasión y recato; fuerza y
delicadeza; aventura erótica de sólo dos intimidades que se aman, antes y más
allá de todo beso.
Es el pudor el que nos lleva a vestir los cuerpos
incluso después de la muerte; pues la dignidad del cuerpo se expresa en la
historia del mismo que es una historia personal de un ser íntimo; de vida
privada y vida pública. Un ser de
ensimismamiento, recogimiento y diálogo en el hogar y de pasar y servicio en
las rutas y espacios públicos; calles, plazas, café, bar, pub, club, escuela,
universidad, trabajo, templo, mall, lugares de trámite, etc. Cada lugar requiere de nuestra educación para
saber estar en él y convivir; cada lugar requiere de una sensibilidad
distinta. Recuerdo un alumno que una
ocasión sacó de su mochila, en medio de una clase, un gran sándwich y su termo
con café. Detuve la clase, lo que nunca
antes ni después había hecho y le solicité que si su apetito era tan extremo y
urgente de ser satisfecho, por favor, saliera
y luego volviera. Molesto, me preguntó por qué. Las razones que di fueron dos: 1º Nada malo hay en comer pero durante una clase
no es momento adecuado para hacerlo y 2º Hay que tener la sensibilidad o toma
de conciencia de que muchos compañeros, probablemente, no han tomado desayuno y
comer delante de ellos denota una gran insensibilidad.
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